LOS POETAS QUE LEÍ
POESÍA VANGUARDISTA LATINOAMERICANA
Por Joel Lenner Castañeda Dueñas
OCTAVIO PAZ
Nombre completo
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Octavio Paz Lozano
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Nacionalidad
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Mexicano
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Lugar y fecha de Nacimiento
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México D.F. (México), 31 de marzo de 1914
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Lugar y fecha de defunción
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México D.F. (México), 19 de abril de 1998
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Obra cumbre
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Libertad bajo palabra (Poesía, 1949)
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Obras importantes
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Bajo tu clara sombra y otros poemas (Poesía, 1937)
El laberinto de la soledad (Ensayo, 1950)
¿Águila o sol? (Poesía, 1951)
El arco y la lira (Poesía, 1956)
Salamandra (Poesía, 1961)
Ladera Este (Poesía, 1962)
Cuadrivio (Ensayo, 1965)
El mono gramático (poema en prosa, 1971)
Los hijos del limo (Poesía, 1974)
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Movimiento Literario
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Vanguardismo - Surrealismo
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Datos biográficos
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* Era embajador de la india,
cuando en 1968, ocurre la masacre de Tlatelolco, en la que el gobierno
mexicano de Gustavo Díaz reprimió a más de 10000 jóvenes protestantes a
través de las armas de fuego; como protesta a dichos sucesos, Octavio Paz
renuncia a su cargo.
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Importancia
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* Es sin duda alguna, junto con
Vallejo y Neruda, una de las figuras señeras de la poesía universal, su
importancia dentro del contexto evolutivo de la literatura latinoamericana,
le valió en 1990 el Premio Nobel de Literatura.
* En 1976 obtiene el Premio de
la Crítica en España.
* En 1981 es merecedor del
Premio Cervantes.
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RETÓRICA
1
Cantan
los pájaros, cantan
sin
saber lo que cantan:
todo
su entendimiento es su garganta.
2
La
forma que se ajusta al movimiento
no
es prisión sino piel del pensamiento.
3
La
claridad del cristal transparente
no
es claridad para mí suficiente:
el
agua clara es el agua corriente.
LAS PALABRAS
Dales
la vuelta,
cógelas
del rabo (chillen, putas),
azótalas,
dales
azúcar en la boca a las rejegas,
ínflalas,
globos, pínchalas,
sórbeles
sangre y tuétanos,
sécalas,
cápalas,
písalas,
gallo galante,
tuérceles
el gaznate, cocinero,
desplúmalas,
destrípalas,
toro,
buey,
arrástralas,
hazlas,
poeta,
haz
que se traguen todas sus palabras.
CUERPO A LA
VISTA
Y
las sombras se abrieron otra vez y mostraron tu cuerpo:
tu
pelo, otoño espeso, caída de agua solar,
tu
boca y la blanca disciplina de sus dientes caníbales, prisioneros en llamas
tu
piel de pan apenas dorado y tus ojos de azúcar quemada,
sitios
en donde el tiempo no transcurre,
valles
que sólo mis labios conocen,
desfiladero
de la luna que asciende a tu garganta entre tus senos,
cascada
petrificada de la nuca,
alta
meseta de tu vientre,
playa
sin fin de tu costado.
Tus
ojos son los ojos fijos del tigre
y
un minuto después son los ojos húmedos del perro.
Siempre
hay abejas en tu pelo.
Tu
espalda fluye tranquila bajo mis ojos
como
la espalda del río a la luz del incendio.
Aguas
dormidas golpean día y noche tu cintura de arcilla
y
en tus costas, inmensas como los arenales de la luna,
el
viento sopla por mi boca y su largo quejido cubre con sus dos alas grises
la
noche de los cuerpos,
como
la sombra del águila la soledad del páramo.
Las
uñas de los dedos de tus pies están hechas del cristal del verano.
Entre
tus piernas hay un pozo de agua dormida,
bahía
donde el mar de noche se aquieta, negro caballo de espuma,
cueva
al pie de la montaña que esconde un tesoro,
boca
del horno donde se hacen las hostias,
sonrientes
labios entreabiertos y atroces,
nupcias
de la luz y la sombra, de lo visible y lo invisible
(allí
espera la carne su resurrección y el día de la vida perdurable).
Patria
de sangre,
única
tierra que conozco y me conoce,
única
patria en la que creo,
única
puerta al infinito.
ELEGÍA INTERRUMPIDA
Hoy
recuerdo a los muertos de mi casa.
Al
primer muerto nunca lo olvidamos,
aunque
muera de rayo, tan aprisa
que
no alcance la cama ni los óleos.
Oigo
el bastón que duda en un peldaño,
el
cuerpo que se afianza en un suspiro,
la
puerta que se abre, el muerto que entra.
De
una puerta a morir hay poco espacio
y
apenas queda tiempo de sentarse,
alzar
la cara, ver la hora
y
enterarse: las ocho y cuarto.
Hoy
recuerdo a los muertos de mi casa.
La
que murió noche tras noche
y
era una larga despedida,
un
tren que nunca parte, su agonía.
Codicia
de la boca
al
hilo de un suspiro suspendida,
ojos
que no se cierran y hacen señas
y
vagan de la lámpara a mis ojos,
fija
mirada que se abraza a otra,
ajena,
que se asfixia en el abrazo
y
al fin se escapa y ve desde la orilla
cómo
se hunde y pierde cuerpo el alma
y
no encuentra unos ojos a que asirse...
¿Y
me invitó a morir esa mirada?
Quizá
morimos sólo porque nadie
quiere
morirse con nosotros, nadie
quiere
mirarnos a los ojos.
Hoy
recuerdo a los muertos de mi casa.
Al
que se fue por unas horas
y
nadie sabe en qué silencio entró.
De
sobremesa, cada noche,
la
pausa sin color que da al vacío
o
la frase sin fin que cuelga a medias
del
hilo de la araña del silencio
abren
un corredor para el que vuelve:
suenan
sus pasos, sube, se detiene...
Y
alguien entre nosotros se levanta
y
cierra bien la puerta.
Pero
él, allá del otro lado, insiste.
Acecha
en cada hueco, en los repliegues,
vaga
entre los bostezos, las afueras.
Aunque
cerremos puertas, él insiste.
Hoy
recuerdo a los muertos de mi casa.
Rostros
perdidos en mi frente, rostros
sin
ojos, ojos fijos, vaciados,
¿busco
en ellos acaso mi secreto,
el
dios de sangre que mi sangre mueve,
el
dios de yelo, el dios que me devora?
Su
silencio es espejo de mi vida,
en
mi vida su muerte se prolonga:
soy
el error final de sus errores.
Hoy
recuerdo a los muertos de mi casa.
El
pensamiento disipado, el acto
disipado,
los nombres esparcidos
(lagunas,
zonas nulas, hoyos
que
escarba terca la memoria),
la
dispersión de los encuentros,
el
yo, su guiño abstracto, compartido
siempre
por otro (el mismo) yo, las iras,
el
deseo y sus máscaras, la víbora
enterrada,
las lentas erosiones,
la
espera, el miedo, el acto
y
su reverso: en mí se obstinan,
piden
comer el pan, la fruta, el cuerpo,
beber
el agua que les fue negada.
Pero
no hay agua ya, todo está seco,
no
sabe el pan, la fruta amarga,
amor
domesticado, masticado,
en
jaulas de barrotes invisibles
mono
onanista y perra amaestrada,
lo
que devoras te devora,
tu
víctima también es tu verdugo.
Montón
de días muertos, arrugados
periódicos,
y noches descorchadas
y
amaneceres, corbata, nudo corredizo:
—saluda
al sol, araña, no seas rencorosa...—
Es
un desierto circular el mundo,
el
cielo está cerrado y el infierno vacío
DECIR: HACER
A Roman Jakobson
1
Entre
lo que veo y digo,
entre
lo que digo y callo,
entre
lo que callo y sueño,
entre
lo que sueño y olvido,
la
poesía.
Se desliza
entre
el sí y el no:
dice
lo
que callo,
calla
lo
que digo,
sueña
lo
que olvido.
No es un decir:
es
un hacer.
Es un hacer
que
es un decir.
La poesía
se
dice y se oye:
es real.
Y
apenas digo
es real,
se
disipa.
¿Así es más real?
ESPEJO
Hay
una noche,
un
tiempo hueco, sin testigos,
una
noche de uñas y silencio,
páramo
sin orillas,
isla
de yelo entre los días;
una
noche sin nadie
sino
su soledad multiplicada.
Se
regresa de unos labios
nocturnos,
fluviales,
lentas
orillas de coral y savia,
de
un deseo, erguido
como
la flor bajo la lluvia, insomne
collar
de fuego al cuello de la noche,
o
se regresa de uno mismo a uno mismo,
y
entre espejos impávidos un rostro
me
repite a mi rostro, un rostro
que
enmascara a mi rostro.
Frente
a los juegos fatuos del espejo
mi
ser es pira y es ceniza,
respira
y es ceniza,
y
ardo y me quemo y resplandezco y miento
un
yo que empuña, muerto,
una
daga de humo que le finge
la
evidencia de sangre de la herida,
y
un yo, mi yo penúltimo,
que
sólo pide olvido, sombra, nada,
final
mentira que lo enciende y quema.
De
una máscara a otra
hay
siempre un yo penúltimo que pide.
Y
me hundo en mí mismo y no me toco.
DÓNDE SIN QUIÉN
No
hay
ni
un alma entre los árboles.
Y
yo
no
sé adónde me he ido.
EN UXMAL
1
LA PIEDRA DE LOS
DÍAS
El
sol es tiempo;
el
tiempo, sol de piedra;
la
piedra, sangre.
2
MEDIODÍA
La
luz no parpadea,
el
tiempo se vacía de minutos,
se
ha detenido un pájaro en el aire.
3
MÁS TARDE
Se
despeña la luz,
despiertan
las columnas
y,
sin moverse, bailan.
4
PLENO SOL
La
hora es transparente:
vemos,
si es invisible el pájaro,
el
color de su canto.
5
RELIEVES
La
lluvia, pie danzante y largo pelo,
el
tobillo mordido por el rayo,
desciende
acompañada de tambores:
abre
los ojos el maíz, y crece.
6
SERPIENTE
LABRADA SOBRE UN MURO
El
muro al sol respira, vibra, ondula,
trozo
de cielo vivo y tatuado:
el
hombre bebe sol, es agua, es tierra.
Y
sobre tanta vida la serpiente
que
lleva una cabeza entre las fauces:
los
dioses beben sangre, comen hombres.
EPITAFIO PARA UN
POETA
Quiso
cantar, cantar
para
olvidar
su
vida verdadera de mentiras
y
recordar
su
mentirosa vida de verdades.
LA VIDA SENCILLA
Llamar
al pan el pan y que aparezca
sobre
el mantel el pan de cada día;
darle
al sudor lo suyo y darle al sueño
y
al breve paraíso y al infierno
y
al cuerpo y al minuto lo que piden;
reír
como el mar ríe, el viento ríe,
sin
que la risa suene a vidrios rotos;
beber
y en la embriaguez asir la vida,
bailar
el baile sin perder el paso,
tocar
la mano de un desconocido
en
un día de piedra y agonía
y
que esa mano tenga la firmeza
que
no tuvo la mano del amigo;
probar
la soledad sin que el vinagre
haga
torcer mi boca, ni repita
mis
muecas el espejo, ni el silencio
se
erice con los dientes que rechinan:
estas
cuatro paredes —papel, yeso,
alfombra
rala y foco amarillento—
no
son aún el prometido infierno;
que
no me duela más aquel deseo,
helado
por el miedo, llaga fría,
quemadura
de labios no besados:
el
agua clara nunca se detiene
y
hay frutas que se caen de maduras;
saber
partir el pan y repartirlo,
el
pan de una verdad común a todos,
verdad
de pan que a todos nos sustenta,
por
cuya levadura soy un hombre,
un
semejante entre mis semejantes;
pelear
por la vida de los vivos,
dar
la vida a los vivos, a la vida,
y
enterrar a los muertos y olvidarlos
como
la tierra los olvida: en frutos…
Y
que a la hora de mi muerte logre
morir
como los hombres y me alcance
el
perdón y la vida perdurable
del
polvo, de los frutos, y del polvo.
MÁS ALLÁ DEL
AMOR
Todo
nos amenaza:
el
tiempo, que en vivientes fragmentos divide
al
que fui
del que seré,
como
el machete a la culebra;
la
conciencia, la transparencia traspasada,
la
mirada ciega de mirarse mirar;
las
palabras, guantes grises, polvo mental sobre la yerba,
el agua, la piel;
nuestros
nombres, que entre tú y yo se levantan,
murallas
de vacío que ninguna trompeta derrumba.
Ni
el sueño y su pueblo de imágenes rotas,
ni
el delirio y su espuma profética,
ni
el amor con sus dientes y uñas nos bastan.
Más
allá de nosotros,
en
las fronteras del ser y el estar,
una
vida más vida nos reclama.
Afuera
la noche respira, se extiende,
llena
de grandes hojas calientes,
de
espejos que combaten:
frutos,
garras, ojos, follajes,
espaldas
que relucen,
cuerpos
que se abren paso entre otros cuerpos.
Tiéndete
aquí a la orilla de tanta espuma,
de
tanta vida que se ignora y entrega:
tú
también perteneces a la noche.
Extiéndete,
blancura que respira,
late,
oh estrella repartida,
copa,
pan
que inclinas la balanza del lado de la aurora,
pausa
de sangre entre este tiempo y otro sin medida.
MOVIMIENTO
Si
tú eres la yegua de ámbar
yo soy el camino de sangre
Si
tú eres la primer nevada
yo soy el que enciende el
brasero del alba
Si
tú eres la torre de la noche
yo soy el clavo ardiendo en
tu frente
Si
tú eres la marea matutina
yo soy el grito del primer
pájaro
Si
tú eres la cesta de naranjas
yo soy el cuchillo de sol
Si
tú eres el altar de piedra
yo soy la mano sacrílega
Si
tú eres la tierra acostada
yo soy la caña verde
Si
tú eres el salto del viento
yo soy el fuego enterrado
Si
tú eres la boca del agua
yo soy la boca del musgo
Si
tú eres el bosque de las nubes
yo soy el hacha que las
parte
Si
tú eres la ciudad profanada
yo soy la lluvia de
consagración
Si
tú eres la montana amarilla
yo soy los brazos rojos del
liquen
Si
tú eres el sol que se levanta
yo soy el camino de sangre
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
https://www.notimerica.com/cultura/noticia-recordamos-escritor-octavio-paz-espejo-mexicanos-20170419071535.html
https://www.poemas-del-alma.com/octavio-paz.htm
http://www.poesi.as/Octavio_Paz.htm
https://www.zendalibros.com/5-poemas-octavio-paz/
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