LOS POETAS QUE LEÍ
LA POESÍA PURA
Por Joel Lenner Castañeda Dueñas
ROSARIO CASTELLANOS
Nombre completo
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Rosario Castellanos
Figueroa
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Nacionalidad
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Mexicana
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Lugar y fecha de Nacimiento
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México, D. F. (México), 25 de mayo de 1925
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Lugar y fecha de defunción
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Tel Aviv (Israel), 7 de agosto de 1974
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Obra cumbre
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Poesía no eres tú (Poesía, 1972)
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Obras importantes
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Trayectoria del polvo (Poesía, 1948)
De la Balún Canán (Novela, 1957)
Lamentación de Dido (Poesía, 1957)
Lívida luz (Poesía, 1960)
Oficio de tinieblas (Novela, 1962)
Los convidados de agosto (Cuentos, 1964)
Álbum de familia (Cuentos, 1971)
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Movimiento Literario
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Vanguardismo –
Indigenismo
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Datos biográficos
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* Sus padres murieron en
1948 y ella se quedó huérfana y con medios financieros limitados. Sintió una
necesidad urgente para la autoexpresión y pronto se convirtió en la primera
mujer escritora de Chiapas
* Posteriormente emigró
a la Ciudad de México donde, en 1950, se graduó como maestra en filosofía por
la Universidad Nacional Autónoma de México.
* Se casó con el
profesor de filosofía Ricardo Guerra en 1958; después de haber un largo periodo de depresión, a consecuencia de la muerte de su hija y de los abortos involuntarios que tuvo, el nacimiento de Gabriel fue un momento importante en su vida
* Falleció en Tel Aviv el 7 de agosto de 1974, a consecuencia de una descarga
eléctrica provocada por una lámpara cuando acudía a contestar el teléfono al
salir de bañarse.
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Importancia
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* Es considerada una de
las escritoras mexicanas más importantes del siglo XX.
* Dedicó una extensísima
parte de su obra y de sus energías a la defensa de los derechos de las
mujeres, labor por la que es recordada, siendo ya uno de los símbolos del feminismo
latinoamericano.
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DESAMOR
Me vio como se
mira al través de un cristal
o del aire
o de nada.
Y entonces supe:
yo no estaba allí
ni en ninguna
otra parte
ni había estado
nunca ni estaría.
Y fui como el
que muere en la epidemia,
sin identificar,
y es arrojado
a la fosa común.
AGONÍA FUERA DEL MURO
Miro las
herramientas,
el mundo que los
hombres hacen, donde se afanan,
sudan, paren ,
cohabitan.
El cuerpo de los
hombres prensado por los días,
su noche de
ronquido y de zarpazo
y las
encrucijadas en que se reconocen.
Hay ceguera y el
hambre los alumbra
y la necesidad,
más dura que metales.
Sin orgullo (
¿qué es el orgullo? ¿Una vértebra
Que todavía la
especie no produce? )
los hombres
roban, mienten,
como animal de
presa olfatean, devoran
y disputan a
otro la carroña.
Y cuando bailan,
cuando se deslizan
o cuando burlan
una ley o cuando
se envilecen,
sonríen,
entornan
levemente los párpados, contemplan
el vacío que se
abre en sus entrañas
y se entregan a
un éxtasis vegetal, inhumano.
Yo soy de alguna
orilla, de otra parte,
soy de los que
no saben ni arrebatar ni dar,
gente a quien
compartir es imposible.
No te acerques a
mi, hombre que haces el mundo,
déjame, no es
preciso que me mates.
Yo soy de los
que mueren solos, de los que mueren
de algo peor que
vergüenza.
Yo muero de
mirarte y no entender.
DESTIERRO
Hablábamos la
lengua
de los dioses,
pero era también nuestro silencio
igual al de las
piedras.
Éramos el abrazo
de amor en que se unían
el cielo con la
tierra.
No, no estábamos
solos.
Sabíamos el
linaje de cada uno
y los nombres de
todos.
Ay, y nos
encontrábamos como las muchas ramas
de la ceiba se
encuentran en el tronco.
No era como
ahora
que parecemos
aventadas nubes
o dispersadas hojas.
Estábamos
entonces cerca, apretados, juntos.
No era como
ahora.
DESTINO
Matamos lo que
amamos. Lo demás
no ha estado
vivo nunca.
Ninguno está tan
cerca. A ningún otro hiere
un olvido, una
ausencia, a veces menos.
Matamos lo que
amamos. ¡Que cese ya esta asfixia
de respirar con
un pulmón ajeno!
El aire no es
bastante
para los dos. Y
no basta la tierra
para los cuerpos
juntos
y la ración de
la esperanza es poca
y el dolor no se
puede compartir.
El hombre es
animal de soledades,
ciervo con una
flecha en el ijar
que huye y se
desangra.
¡Ah! pero el
odio, su fijeza insomne
de pupilas de
vidrio; su actitud
que es a la vez
reposo y amenaza.
El ciervo va a
beber y en el agua aparece
el reflejo de un
tigre.
El ciervo bebe
el agua y la imagen. Se vuelve
- antes que lo
devoren - ( cómplice, fascinado )
igual a su
enemigo.
Damos la vida
sólo a lo que odiamos.
ELEGÍA
Nunca, como a tu
lado, fui de piedra.
Y yo que me
soñaba nube, agua,
aire sobre la
hoja,
fuego de mil
cambiantes llamaradas,
sólo supe yacer,
pesar, que es lo
que sabe hacer la piedra
alrededor del
cuello del ahogado.
MEDITACIÓN EN EL UMBRAL
No, no es la
solución
tirarse bajo un
tren como la Ana de Tolstoy
ni apurar el
arsénico de Madame Bovary
ni aguardar en
los páramos de Ávila la visita
del ángel con
venablo
antes de liarse
el manto a la cabeza
y comenzar a
actuar.
Ni concluir las
leyes geométricas, contando
las vigas de la
celda de castigo
como lo hizo Sor
Juana. No es la solución
escribir,
mientras llegan las visitas,
en la sala de
estar de la familia Austen
ni encerrarse en
el ático
de alguna
residencia de la Nueva Inglaterra
y soñar, con la
Biblia de los Dickinson,
debajo de una
almohada de soltera.
Debe haber otro
modo que no se llame Safo
ni Mesalina ni
María Egipciaca
ni Magdalena ni
Clemencia Isaura.
Otro modo de ser
humano y libre.
Otro modo de
ser.
REVELACIÓN
Lo supe de
repente:
hay otro.
Y desde entonces
duermo solo a medias
y ya casi no
como.
No es posible
vivir
con ese rostro
que es el mío
verdadero
y que aún no
conozco.
PRESENCIA
Algún día lo
sabré. Este cuerpo que ha sido
mi albergue, mi
prisión, mi hospital, es mi tumba.
Esto que uní
alrededor de un ansia,
de un dolor, de
un recuerdo,
desertará
buscando el agua, la hoja,
la espora
original y aun lo inerte y la piedra.
Este nudo que
fui ( de cóleras,
traiciones,
esperanzas,
vislumbres
repentinos, abandonos,
hambres, gritos
de miedo y desamparo
y alegría
fulgiendo en las tinieblas
y palabras y
amor y amor y amores)
lo cortarán los
años.
Nadie verá la
destrucción. Ninguno
recogerá la
página inconclusa.
Entre el puñado
de actos
dispersos,
aventados al azar, no habrá uno
al que pongan
aparte como a perla preciosa.
Y sin embargo,
hermano, amante, hijo,
amigo,
antepasado,
no hay soledad,
no hay muerte
aunque yo olvide
y aunque yo me acabe.
Hombre, donde tú
estás, donde tú vives
permaneceremos
todos.
TRAYECTORIA DEL POLVO
He aquí que la
muerte tarda como el olvido.
Nos va
invadiendo, lenta, poro a poro.
Es inútil
correr, precipitarse,
huir hasta
inventar nuevos caminos
y también es
inútil estar quieto
sin palpitar
siquiera para que nos oiga.
Cada minuto es
la saeta en vano
disparada hacia
ella,
eficaz al volver
contra nosotros.
Inútil aturdirse
y convocar a la fiesta
pues cuando
regresamos, inevitablemente,
alta la noche,
al entreabrir la puerta
la encontramos
inmóvil esperándonos.
Y no podemos
escapar viviendo
porque la Vida
es una de sus máscaras.
Y nada nos
protege de su furia
ni la humildad
sumisa hacia su látigo
ni la entrega
violenta
al círculo
cerrado de sus brazos
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