LOS POETAS QUE LEÍ
POESÍA CONVERSACIONAL
Por Joel Lenner Castañeda Dueñas
JAIME SABINES
Nombre completo
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Jaime Sabines Gutiérrez
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Nacionalidad
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Mexicano
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Lugar y fecha de Nacimiento
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Tuxtla Gutiérrez, Chiapas (México), 25 de marzo de 1926
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Lugar y fecha de defunción
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Ciudad de México (México), 19 de marzo de 1999
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Obra cumbre
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Algo sobre la muerte del Mayor Sabines (Poesía, 1973)
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Obras importantes
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Horal (Poesía, 1950)
La señal (Poesía, 1951)
Adán y Eva (Poesía, 1952)
Tarumba (Poesía, 1956)
Yuria (Poesía, 1967)
Maltiempo (Poesía, 1972)
Uno es el hombre (Poesía, 1990)
Nuevo recuento de poemas (Poesía, 1977)
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Movimiento Literario
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Postvanguardismo - Coloquialismo
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Datos biográficos
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* En 1945 viajó a la Ciudad de
México para comenzar sus estudios como médico en la Escuela Nacional de
Medicina. Mientras estudiaba, se dio cuenta de que la carrera de medicina no
era para él; poco después comenzó su carrera como escritor
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Importancia
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* En 1972, recibió el Xavier
Villaurrutia
* Premio Nacional de Literatura
en 1983
* Premio Mazatlán de Literatura
en 1996
* Octavio Paz, calificó a
Sabines como uno de los mejores poetas contemporáneos de nuestra lengua, y
agregó: "Su humor es un chaparrón
de bofetadas, su risa culmina en un aullido, su cólera es acelerada y su
ternura colérica. Pasa del jardín de la infancia a la sala de operaciones.
Para Sabines, todos los días son el primero y el último día del mundo".
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¿QUÉ PUTAS PUEDO?
¿Qué
putas puedo hacer con mi rodilla,
con
mi pierna tan larga y tan flaca,
con
mis brazos, con mi lengua,
con
mis flacos ojos?
¿Qué
puedo hacer en este remolino
de
imbéciles de buena voluntad?
¿Qué
puedo con inteligentes podridos
y
con dulces niñas que no quieren hombre sino poesía?
¿Qué
puedo entre los poetas uniformados
por
la academia o por el comunismo?
¿Qué,
entre vendedores o políticos
o
pastores de almas?
¿Qué
putas puedo hacer, Tarumba,
si
no soy santo, ni héroe, ni bandido,
ni
adorador del arte,
ni
boticario,
ni
rebelde?
¿Qué
puedo hacer si puedo hacerlo todo
y
no tengo ganas sino de mirar y mirar?
ADÁN Y EVA
IV
Ayer
estuve observando a los animales y me puse a pensar en ti. Las hembras son más
tersas, más suaves y más dañinas. Antes de entregarse maltratan al macho, o
huyen, se defienden. ¿Por qué? Te he visto a ti también, como las palomas,
enardeciéndote cuando yo estoy tranquilo. ¿Es que tu sangre y la mía se
encienden a diferentes horas?
Ahora
que estás dormida debías responderme. Tu respiración es tranquila y tienes el
rostro desatado y los labios abiertos. Podrías decirlo todo sin aflicción, sin
risas.
¿Es
que somos distintos? ¿No te hicieron, pues, de mi costado, no me dueles?
Cuando
estoy en ti, cuando me hago pequeño y me abrazas y me envuelves y te cierras
como la flor con el insecto, sé algo, sabemos algo. La hembra es siempre más
grande, de algún modo.
Nosotros
nos salvamos de la muerte. ¿Por qué? Todas las noches nos salvamos. Quedamos
juntos, en nuestros brazos, y yo empiezo a crecer como el día.
Algo
he de andar buscando en ti, algo mío que tú eres y que no has de darme nunca.
¿Por
qué nos separaron? Me haces falta para andar, para ver, como un tercer ojo,
como otro pie que sólo yo sé que tuve.
ALGO SOBRE LA
MUERTE DEL MAYOR SABINES
XII
Morir
es retirarse, hacerse a un lado,
ocultarse
un momento, estarse quieto,
pasar
el aire de una orilla a nado
y
estar en todas partes en secreto.
Morir
es olvidar, ser olvidado,
refugiarse
desnudo en el discreto
calor
de Dios, y en su cerrado
puño,
crecer igual que un feto.
Morir
es encenderse bocabajo
hacia
el humo y el hueso y la caliza
y
hacerse tierra y tierra con trabajo.
Apagarse
es morir, lento y aprisa
tomar
la eternidad como a destajo
y
repartir el alma en la ceniza.
ME DOY CUENTA
Me
doy cuenta de que me faltas
y
de que te busco entre las gentes, en el ruido,
pero
todo es inútil.
Cuando
me quedo solo
me
quedo más solo
solo
por todas partes y por ti y por mí.
No
hago sino esperar.
Esperar
todo el día hasta que no llegas.
Hasta
que me duermo
y
no estás y no has llegado
y
me quedo dormido
y
terriblemente cansado
preguntando.
Amor,
todos los días.
Aquí
a mi lado, junto a mí, haces falta.
Puedes
empezar a leer esto
y
cuando llegues aquí empezar de nuevo.
Cierra
estas palabras como un círculo,
como
un aro, échalo a rodar, enciéndelo.
Estas
cosas giran en torno a mí igual que moscas,
en
mi garganta como moscas en un frasco.
Yo
estoy arruinado.
Estoy
arruinado de mis huesos,
todo
es pesadumbre.
EL PEATÓN
Se
dice, se rumora, afirman en los salones, en las fiestas, alguien o algunos
enterados, que Jaime Sabines es un gran poeta. O cuando menos un buen poeta. O
un poeta decente, valioso. O simplemente, pero realmente, un poeta.
Le
llega la noticia a Jaime y éste se alegra: ¡qué maravilla! ¡Soy un poeta! ¡Soy
un poeta importante! ¡Soy un gran poeta!
Convencido,
sale a la calle, o llega a la casa, convencido. Pero en la calle nadie, y en la
casa menos: nadie se da cuenta de que es un poeta. ¿Por qué los poetas no
tienen una estrella en la frente, o un resplandor visible, o un rayo que les
salga de las orejas?
¡Dios
mío!, dice Jaime. Tengo que ser papá o marido, o trabajar en la fábrica como
otro cualquiera, o andar, como cualquiera, de peatón.
¡Eso
es!, dice Jaime. No soy un poeta: soy un peatón.
Y
esta vez se queda echado en la cama con una alegría dulce y tranquila.
LOS AMOROSOS
Los
amorosos callan.
El
amor es el silencio más fino,
el
más tembloroso, el más insoportable.
Los
amorosos buscan,
los
amorosos son los que abandonan,
son
los que cambian, los que olvidan.
Su
corazón les dice que nunca han de encontrar,
no
encuentran, buscan.
Los
amorosos andan como locos
porque
están solos, solos, solos,
entregándose,
dándose a cada rato,
llorando
porque no salvan al amor.
Les
preocupa el amor. Los amorosos
viven
al día, no pueden hacer más, no saben.
Siempre
se están yendo,
siempre,
hacia alguna parte.
Esperan,
no
esperan nada, pero esperan.
Saben
que nunca han de encontrar.
El
amor es la prórroga perpetua,
siempre
el paso siguiente, el otro, el otro.
Los
amorosos son los insaciables,
los
que siempre -¡que bueno!- han de estar solos.
Los
amorosos son la hidra del cuento.
Tienen
serpientes en lugar de brazos.
Las
venas del cuello se les hinchan
también
como serpientes para asfixiarlos.
Los
amorosos no pueden dormir
porque
si se duermen se los comen los gusanos.
En
la oscuridad abren los ojos
y
les cae en ellos el espanto.
Encuentran
alacranes bajo la sábana
y
su cama flota como sobre un lago.
Los
amorosos son locos, sólo locos,
sin
Dios y sin diablo.
Los
amorosos salen de sus cuevas
temblorosos,
hambrientos,
a
cazar fantasmas.
Se
ríen de las gentes que lo saben todo,
de
las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de
las que creen en el amor
como
una lámpara de inagotable aceite.
Los
amorosos juegan a coger el agua,
a
tatuar el humo, a no irse.
Juegan
el largo, el triste juego del amor.
Nadie
ha de resignarse.
Dicen
que nadie ha de resignarse.
Los
amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos,
pero vacíos de una a otra costilla,
la
muerte les fermenta detrás de los ojos,
y
ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en
que trenes y gallos se despiden dolorosamente.
Les
llega a veces un olor a tierra recién nacida,
a
mujeres que duermen con la mano en el sexo,
complacidas,
a
arroyos de agua tierna y a cocinas.
Los
amorosos se ponen a cantar entre labios
una
canción no aprendida,
y
se van llorando, llorando,
la
hermosa vida.
ME ENCANTA DIOS
Me
encanta Dios. Es un viejo magnífico que no se toma en serio. A él le gusta
jugar y juega, y a veces se le pasa la mano y nos rompe una pierna o nos
aplasta definitivamente. Pero esto sucede porque es un poco cegatón y bastante
torpe con las manos.
Nos
ha enviado a algunos tipos excepcionales como Buda, o Cristo, o Mahoma, o mi
tía Chofi, para que nos digan que nos portemos bien. Pero esto a él no le
preocupa mucho: nos conoce. Sabe que el pez grande se traga al chico, que la
lagartija grande se traga a la pequeña, que el hombre se traga al hombre. Y por
eso inventó la muerte: para que la vida -no tú ni yo- la vida, sea para
siempre.
Ahora
los científicos salen con su teoría del Big Bang... Pero ¿qué importa si el
universo se expande interminablemente o se contrae? Esto es asunto sólo para
agencias de viajes.
A
mí me encanta Dios. Ha puesto orden en las galaxias y distribuye bien el
tránsito en el camino de las hormigas. Y es tan juguetón y travieso que el otro
día descubrí que ha hecho -frente al ataque de los antibióticos- ¡bacterias
mutantes!
Viejo
sabio o niño explorador, cuando deja de jugar con sus soldaditos de plomo y de
carne y hueso, hace campos de flores o pinta el cielo de manera increíble.
Mueve
una mano y hace el mar, y mueve la otra y hace el bosque. Y cuando pasa por
encima de nosotros, quedan las nubes, pedazos de su aliento.
Dicen
que a veces se enfurece y hace terremotos, y manda tormentas, caudales de
fuego, vientos desatados, aguas alevosas, castigos y desastres. Pero esto es
mentira. Es la tierra que cambia -y se agita y crece- cuando Dios se aleja.
Dios
siempre está de buen humor. Por eso es el preferido de mis padres, el escogido
de mis hijos, el más cercano de mis hermanos, la mujer más amada, el perrito y
la pulga, la piedra más antigua, el pétalo más tierno, el aroma más dulce, la
noche insondable, el borboteo de luz, el manantial que soy.
A
mí me gusta, a mí me encanta Dios. Que Dios bendiga a Dios.
NO ES QUE MUERA DE AMOR…
No
es que muera de amor, muero de ti.
Muero
de ti, amor, de amor de ti,
de
urgencia mía de mi piel de ti,
de
mi alma, de ti y de mi boca
y
del insoportable que yo soy sin ti.
Muero
de ti y de mi, muero de ambos,
de
nosotros, de ese,
desgarrado,
partido,
me
muero, te muero, lo morimos.
Morimos
en mi cuarto en que estoy solo,
en
mi cama en que faltas,
en
la calle donde mi brazo va vacío,
en
el cine y los parques, los tranvías,
los
lugares donde mi hombro
acostumbra
tu cabeza
y
mi mano tu mano
y
todo yo te sé como yo mismo.
Morimos
en el sitio que le he prestado al aire
para
que estés fuera de mí,
y
en el lugar en que el aire se acaba
cuando
te echo mi piel encima
y
nos conocemos en nosotros,
separados
del mundo, dichosa, penetrada,
y
cierto , interminable.
Morimos,
lo sabemos, lo ignoran, nos morimos
entre
los dos, ahora, separados,
del
uno al otro, diariamente,
cayéndonos
en múltiples estatuas,
en
gestos que no vemos,
en
nuestras manos que nos necesitan.
Nos
morimos, amor, muero en tu vientre
que
no muerdo ni beso,
en
tus muslos dulcísimos y vivos,
en
tu carne sin fin, muero de máscaras,
de
triángulos oscuros e incesantes.
Muero
de mi cuerpo y de tu cuerpo,
de
nuestra muerte ,amor, muero, morimos.
En
el pozo de amor a todas horas,
inconsolable,
a gritos,
dentro
de mi, quiero decir, te llamo,
te
llaman los que nacen, los que vienen
de
atrás, de ti, los que a ti llegan.
Nos
morimos, amor, y nada hacemos
sino
morirnos más, hora tras hora,
y
escribirnos y hablarnos y morirnos.
TE DESNUDAS IGUAL…
Te
desnudas igual que si estuvieras sola
y
de pronto descubres que estás conmigo.
¡Cómo
te quiero entonces
entre
las sábanas y el frío!
Te
pones a flirtearme como a un desconocido
y
yo te hago la corte ceremonioso y tibio.
Pienso
que soy tu esposo
y
que me engañas conmigo.
¡Y
como nos queremos entonces en la risa
de
hallarnos solos en el amor prohibido!
(Después,
cuando pasó, te tengo miedo
y
siento un escalofrío.)
TE QUIERO PORQUE TIENES…
Te
quiero porque tienes
las
partes de la mujer en el lugar preciso
y
estás completa.
No
te falta ni un pétalo,
ni
un olor, ni una sombra.
Colocada
en tu alma,
dispuesta
a ser rocío en la yerba del mundo,
leche
de luna en las oscuras hojas.
Quizás
me ves,
tal
vez, acaso un día,
en
una lámpara apagada,
en
un rincón del cuarto donde duermes,
soy
la mancha, un punto en la pared,
alguna
raya que tus ojos, sin ti,
se
quedan viendo.
Quizás
me reconoces
como
una hora antigua
cuando
a solas preguntas, te interrogas
con
el cuerpo cerrado y sin respuesta.
Soy
una cicatriz que ya no existe,
un
beso ya lavado por el tiempo,
un
amor y otro amor que ya enterraste.
Pero
estás en mis manos y me tienes
y
en tus manos estoy, brasa, ceniza,
para
secar tus lágrimas que lloro.
¿En
qué lugar, en dónde, a qué deshoras
me
dirás que te amo? Esto es urgente
porque
la eternidad se nos acaba.
Recoge
mi cabeza. Guarda el brazo
con
que amé tu cintura. No me dejes
en
medio de tu sangre en esa toalla.
TÍA CHOFI
Amanecí
triste el día de tu muerte, tía Chofi,
pero
esa tarde me fui al cine e hice el amor.
Yo
no sabía que a cien leguas de aquí estabas muerta
con
tus setenta años de virgen definitiva,
tendida
sobre un catre, estúpidamente muerta.
Hiciste
bien en morirte, tía Chofi,
porque
no hacías nada, porque nadie te hacía caso,
porque
desde que murió abuelita, a quien te consagraste,
ya
no tenías qué hacer y a leguas se miraba
que
querías morirte y te aguantabas.
¡Hiciste
bien!
Yo
no quiero elogiarte como acostumbran los arrepentidos,
porque
te quise a tu hora, en el lugar preciso,
y
harto sé lo que fuiste, tan corriente, tan simple,
pero
me he puesto a llorar como una niña porque te moriste.
¡Te
siento tan desamparada,
tan
sola, sin nadie que te ayude a pasar la esquina,
sin
quien te dé un pan!
Me
aflige pensar que estás bajo la tierra
tan
fría de Berriozábal,
sola,
sola, terriblemente sola,
como
para morirse llorando.
Ya
sé que es tonto eso, que estás muerta,
que
más vale callar,
¿pero
qué quieres que haga
si
me conmueves más que el presentimiento de tu muerte?
Ah,
jorobada, tía Chofi,
me
gustaría que cantaras
o
que contaras el cuento de tus enamorados.
Los
campesinos que te enterraron sólo tenían
tragos
y cigarros,
y
yo no tengo más.
Ha
de haberse hecho el cielo ahora con tu muerte,
y
un Dios justo y benigno ha de haberte escogido.
Nunca
ha sido tan real eso en lo que tu creíste.
Tan
miserable fuiste que te pasaste dando tu vida
a
todos. Pedías para dar, desvalida.
Y
no tenías el gesto agrio de las solteronas
porque
tu virginidad fue como una preñez de muchos hijos.
En
el medio justo de dos o tres ideas que llenaron tu vida
te
repetías incansablemente
y
eras la misma cosa siempre.
Fácil,
como las flores del campo
con
que las vecinas regaron tu ataúd,
nunca
has estado tan bien como en ese abandono de la muerte.
Sofía,
virgen, antigua, consagrada,
debieron
enterrarte de blanco
en
tus nupcias definitivas.
Tú
que no conociste caricia de hombre
y
que dejaste que llegaran a tu rostro arrugas antes que besos,
tú,
casta, limpia, sellada,
debiste
llevar azahares tu último día.
Exijo
que los ángeles te tomen
y
te conduzcan a la morada de los limpios.
Sofía
virgen, vaso transparente, cáliz,
que
la muerte recoja tu cabeza blandamente
y
que cierre tus ojos con cuidados de madre
mientras
entona cantos interminables.
Vas
a ser olvidada de todos
como
los lirios del campo,
como
las estrellas solitarias;
pero
en las mañanas, en la respiración del buey,
en
el temblor de las plantas,
en
la mansedumbre de los arroyos,
en
la nostalgia de las ciudades,
serás
como la niebla intocable, hálito de Dios que despierta.
Sofía
virgen, desposada en un cementerio de provincia,
con
una cruz pequeña sobre tu tierra,
estás
bien allí, bajo los pájaros del monte,
y
bajo la yerba, que te hace una cortina para mirar al mundo.
YO NO LO SÉ DE CIERTO
Yo
no lo sé de cierto, pero supongo
que
una mujer y un hombre
un
día se quieren,
se
van quedando solos poco a poco,
algo
en su corazón les dice que están solos,
solos
sobre la tierra se penetran,
se
van matando el uno al otro.
Todo
se hace en silencio. Como
se
hace la luz dentro del ojo.
El
amor une cuerpos.
En
silencio se van llenando el uno al otro.
Cualquier
día despiertan, sobre brazos;
piensan
entonces que lo saben todo.
Se
ven desnudos y lo saben todo.
(Yo
no lo sé de cierto. Lo supongo.)
POEMA
Hay
un modo de que me hagas completamente feliz, amor mío: muérete.
CUANDO TENGAS GANAS DE MORIRTE
Cuando
tengas ganas de morirte
esconde
la cabeza bajo la almohada
y
cuenta cuatro mil borregos.
Quédate
dos días sin comer
y
veras qué hermosa es la vida:
carne,
frijoles, pan.
Quédate
sin mujer: verás.
Cuando
tengas ganas de morirte
no
alborotes tanto: muérete
y
ya.
AHORA PUEDO HACER
LLOVER
Ahora
puedo hacer llover,
enderezar
las ramas torcidas,
levantar
a los muertos.
Hágase
la luz, digo,
y
toda la ciudad se ilumina.
¡Qué
fácil es ser Dios!
CUBA 65
No
sé, a estas alturas, cómo decir las cosas que suceden.
Soy
un poco apagado, un poco triste,
un
poco incrédulo y vacío.
Dejé
pasar tres meses a propósito
para
mirar en mí, mirarte lejos,
sano
y salvo de ti, Cuba caliente.
(He
aquí el primer error. No quiero atarme
a
las palabras ni al ritmo.
Líbreme
Dios de mí
igual
que me he librado de Dios).
Suscribo
lo que dice la prensa reaccionaria del mundo.
(Así
iba a empezar).
En
Cuba hay privaciones, hay escasez, no hay pollos,
no
hay vestidos suntuosos ni automóviles último modelo,
hay
pocas medicinas y mucho trabajo para todos.
Suscribo
esto.
Quiero
aclarar que no me paga un sueldo el partido comunista,
ni
recibo dólares de la embajada norteamericana
(¡Qué
bien la están haciendo los gringos
en
Vietnam y en Santo Domingo!)
No
acostumbro meterme con la poesía política
ni
trato de arreglar el mundo.
Más
bien soy un burgués acomodado a todo,
a
la vida, a la muerte y a la desesperanza.
No
tengo hábitos sanos
ni
he aprendido a reír ni a conversar con nadie.
Soy
un poco de todo,
y
pienso que si fuera en un buque pirata
sería
lo mismo el capitán que el cocinero.
COMO
PÁJAROS PERDIDOS
XII
El
secreto de Dios:
Acercó
sus labios a mi oído
y
no me dijo nada.
ESPERO
CURARME DE TI
Espero
curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es
posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo,
abstinencia, soledad.
¿Te
parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es
bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han
pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con
esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores
palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.
Hay
que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú
sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: «qué calor hace», «dame agua»,
«¿sabes manejar?», «se hizo de noche»... Entre las gentes, a un lado de tus
gentes y las mías, te he dicho «ya es tarde», y tú sabías que decía «te
quiero»).
Una
semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas
con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve,
es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy
parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.
HAY DOS CLASES DE POETAS
Hay
dos clases de poetas modernos: aquellos, sutiles y profundos, que adivinan la
esencia de las cosas y escriben: “Lucero, luzcero, luz Eros, la garganta de la
luz pare colores cóleros”, etcétera,y aquellos que se tropiezan con una piedra
y dicen “pinche piedra”. Los primeros son los más afortunados. Siempre
encuentran un crítico inteligente que escribe un tratado “Sobre las relaciones
ocultas entre el objeto y la palabra y las posibilidades existenciales de la
metáfora no formulada”. —De ellos es el Olimpo que en estos días se llama
simplemente el Club de la Fama.
HORAL
El
mar se mide por olas,
el
cielo por alas,
nosotros
por lágrimas.
El
aire descansa en las hojas,
el
agua en los ojos,
nosotros
en nada.
Parece
que sales y soles,
nosotros
y nada...
XXXVI
La
policía irrumpió en la casa y atrapó a los participantes de aquella fiesta. Se
los llevó a la cárcel por lujuriosos y perversos. Era natural. La policía no
puede irrumpir en las calles y acabar con otros escándalos, como el de la
miseria.
TLATELOLCO
68
Nadie
sabe el número exacto de los muertos,
ni
siquiera los asesinos,
ni
siquiera el criminal.
(Ciertamente,
ya llegó a la historia
este
hombre pequeño por todas partes,
incapaz
de todo menos del rencor.)
Tlaltelolco
será mencionado en los años que vienen
como
hoy hablamos de Río Blanco y Cananea,
pero
esto fue peor,
aquí
han matado al pueblo;
no
eran obreros parapetados en la huelga,
eran
mujeres y niños, estudiantes,
jovencitos
de quince años,
una
muchacha que iba al cine,
una
criatura en el vientre de su madre,
todos
barridos, certeramente acribillados
por
la metralla del Orden y Justicia Social.
A
los tres días, el ejército era la víctima de los desalmados,
y
el pueblo se aprestaba jubiloso
a
celebrar las Olimpiadas, que darían gloria a México.
PENSÁNDOLO BIEN
Me
dicen que debo hacer ejercicio para adelgazar,
que
alrededor de los 50's son muy peligrosos la grasa y el cigarro,
que
hay que conservar la figura
y
dar la batalla al tiempo, a la vejez.
Expertos
bien intencionados y médicos amigos
me
recomiendan dietas y sistemas
para
prolongar la vida unos años más.
Lo
agradezco de todo corazón
pero
me río de tan vanas recetas y tan escaso afán.
La
muerte también ríe de todas esas cosas.
La
única recomendación que considero seriamente
Es
la de llevar una mujer joven a la cama
Porque
a estas alturas, la juventud
Solo
puede llegarme por contagio.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
Los textos fueron recuperados de:
Los textos fueron recuperados de:
https://www.poemas-del-alma.com/jaime-sabines.htm
http://www.poesi.as/Jaime_Sabines.htm
http://amediavoz.com/sabines.htm
https://trianarts.com/jaime-sabines-codiciada-prohibida/
http://www.poesi.as/Jaime_Sabines.htm
http://amediavoz.com/sabines.htm
https://trianarts.com/jaime-sabines-codiciada-prohibida/
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