La poesía coloquial: Presentación

 LOS POETAS QUE LEÍ
POESÍA CONVERSACIONAL


LOS POETAS QUE LEÍ: POESÍA CONVERSACIONAL es una antología poética que no necesariamente responde a las clásicas formas de selección hasta hoy conocidas; los ítems de selección escapan a toda norma de calidad, estilo o técnica conocida, aunque, de por sí, la posean; ya que la condición necesaria para su selección radica sólo en términos de “gusto” y “preferencia” y las razones se fundamenta en:
La primera, refleja el contexto cultural huancavelicano de inicios del siglo XXI, ésta se encontraba atiborrado de poetas y cultores del arte enfrascado en las huellas vallejianas y nerudianas (en poesía) y en las de Arguedas y Alegría (en narrativa); cierto aire obsesivo indigenista permeaba las venas de sus cultores –aún lo sigue siendo-; por tanto, cualquier otra tendencia era desestimada, criticada y desvalorada: había que escribir como Vallejo o Neruda, como Alegría o Arguedas o simplemente no merecías ningún reconocimiento.
Desde la característica rebeldía que pregonaba nuestra juventud, un grupo de compañeros, no nos sentíamos cómodos con tales preceptos; hay que decirlo, la pomposidad excéntrica de Neruda nos irritaba, la metafísica vallejiana limitaba nuestra práctica, Arguedas nos aburría y Alegría preferíamos obviarlo. Nuestros hermanos mayores entonces, con sus ociosas pretensiones de hacer de nuestras letras un símbolo de rebeldía y amor a nuestra tierra (obsesión y amor a ciegas) criticaron y desestimaron nuestro arte. ¿Era, aquel arte obsesivo indigenista, la única forma de amar nuestra tierra? ¿Existía alguna otra forma de hacerlo?, lo había y lo aprendimos del más grande pensador latinoamericano, José Carlos Mariátegui. César A. Guardia Mayorga en el prólogo a “Peruanicemos al Perú” de Mariátegui a la letra resume las intenciones de nuestro pensador: “Peruanizar la literatura y el arte sin convertirlas en expresiones localistas, sino vinculando la temática nacional con la valorización internacional: que el paisaje, el hombre, las luchas de los trabajadores, las aspiraciones del pueblo, sus triunfos y derrotas, sean expresados por poetas, literatos y pintores que tengan la capacidad suficiente para que sus obras puedan contribuir a la educación de las masas y para que puedan ser admiradas en todas partes y en todos los tiempos
Paralelo a tal descubrimiento, la luz de la poesía se abrió también a nuestros ojos y ésta no sólo era Vallejo y Neruda; muchas décadas atrás, el mismo inconformismo nuestro ya muchos poetas latinoamericanos lo habían experimentado, surgiendo así la poesía  coloquial de Mario Benedetti, Juan Gelman y Jaime Sabines, la antipoesía de Nicanor Parra, la poesía exteriorista de Ernesto Cardenal, el surrealismo de Blanca Varela y Gonzalo Rojas, la rebeldía beatnik de Allen Ginsberg y para sorpresa nuestra, la poesía erótica de María Emilia Cornejo, entre otros más; ésta era una poesía más proclive al lector común, más humana y sincera, más abierta al cambio.
Así, en 2001 fundamos junto a Alfonso de la Cruz el Círculo Literario María Emilia Cornejo (CILMEC) y la revista portavoz de nuestra estética, El tacto de la araña. Con Javier Pariona, posteriormente, se fundó en 2003 la Generación 0, cuyas pretensiones eran aún más radicales; la estética a la cuál llamamos utilitarista pretendía abrir al campo de la poesía no sólo a las expresiones bellas de la vida; sino, a toda manifestación humana, así, no sólo lo bello se hacía arte, lo feo tenía también que abrirse espacio en el limbo de la estética: Toda manifestación humana está al servicio del hombre, ya que éste es su creador.
La presente antología, es pues, una respuesta a tales inquietudes de aquellos años. Son estos poetas los que nos salvaron de la desidia y la confusión y no así el clasicismo de Neruda o Vallejo (aunque lo consideremos parte de la primera antología, en muchas ocasiones preferimos obviarlos) o de poetas como Góngora y Quevedo, Chocano y Eguren, etc.
Una segunda razón, ronda las intenciones educativas de esta parte del Perú y quizá toda. En las escuelas se viene enseñando un tipo de subliteratura que preconiza el contenido y no la forma; ingente cantidad de docentes transmitimos versos de supuestos poetas cuyas letras desdicen el arte; difundimos y valoramos un tipo de poesía barata, simple, meliflua, aunque no alejado de la realidad y la transmitimos a nuestros estudiantes; así, recitales y concursos escolares se ven atiborrados de poesía sin sentido, sin calidad, sin estética, aunque sí persuasiva, pero simplona. Bajo el tonto y obsesivo pretexto que desde décadas atrás se viene replicando, se difunde cierto indigenismo miope y reacio al cambio: Amar nuestra tierra no significa desdecir el arte exaltando el valor del campesino y el colorido de la naturaleza andina con palabras que estén lejos de lo estético y el lenguaje poético, amar nuestra tierra no desmerece el trabajo y esfuerzo del poeta o narrador a la hora de la creación, porque la actividad creadora no es un simple impulso que nos incita a expulsar palabrotas motivados por la rabia, la ilusión, el dolor o la alegría; amar nuestra tierra no significa que debamos rechazar lo que viene de afuera, sino, por el contrario, saber absorberla y hacerla parte también de nuestra estética; así, consideramos que el amor a nuestra tierra se puede también transmitir estéticamente; por tanto, la escuela debe dejar atrás esa visión simplista sobre el arte y la poesía; debe, por el contrario, transmitir a sus estudiantes el valor de la actividad creadora, el valor del arte y no del desenfreno, el grito y la rabia.
Son éstas las razones por las que el presente texto se erigió y esperemos, como lo fue LOS POETAS QUE LEÍ: EL VANGUARDISMO LATINOAMERICANO, sea útil a quien la lea.

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