Drummond de Andrade y la poesía modernista brasileña posterior a Bandeira

LOS POETAS QUE LEÍ
POESÍA VANGUARDISTA LATINOAMERICANA
Por Joel Lenner Castañeda Dueñas

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CARLOS DRUMMOND DE ANDRADE
Nombre completo
Carlos Drummond de Andrade
Nacionalidad
Brasileño
Lugar y fecha de Nacimiento
Itabira, Minas Gerais (Brasil), 31 de octubre de 1902
Lugar y fecha de defunción
Río de Janeiro (Brasil), 17 de agosto de 1987
Obra cumbre
A rosa do povo (Poesía, 1945)
Obras importantes
Alguma poesia (Poesía, 1930)
Brejo das almas (Poesía, 1934)
Sentimento do mundo (Poesía, 1940)
Poesias (Poesía, 1942)
Claro enigma (Poesía, 1951)
Fazendeiro do ar (Poesía, 1954)
Poemas (Poesía, 1959)
Liçao de coisas (Poesía, 1962)
Versiprosa (Poesía, 1967)
Menino antigo (Poesía, 1973)
As impurezas do branco (Poesía, 1973)
Movimiento Literario
Vanguardismo – Modernismo brasileño
Datos biográficos
* En 1925 edita junto a otros escritores La Revista, cuyo objeto era dar difusión a las expresiones del modernismo brasileño, movimiento que tiene su inicio durante la Semana de Arte Moderno realizada en São Paulo en 1922.
* En 1934 se trasladó a Río de Janeiro, ocupando el cargo de jefe de gabinete del nuevo ministro de Educación y Salud Pública.
Importancia
* Poeta y narrador figura entre los más grandes líricos brasileños del siglo XX; su libro Alguma poesia dio inicio a la renovación del modernismo en su país.
* Candidato al Premio Nobel de Literatura; sin embargo, rechazó cualquier nominación al Premio.


PROCURA DE LA POESÍA
No hagas versos sobre acontecimientos.
No hay creación ni muerte ante la poesía.
Frente a ella la vida es un solo estático,
no calienta ni ilumina.
Las afinidades, los aniversarios, los incidentes personales no cuentan.
No hagas poesía con el cuerpo,
ese excelente, completo y confortable cuerpo, tan enemigo de la efusión lírica.
Tu gota de bilis, tu máscara de gozo o de dolor en lo oscuro son indiferentes.
Ni me reveles tus sentimientos,
que se prevalecen del equívoco y tientan el largo viaje.
Lo que piensas o sientes, eso aún no es poesía.

No cantes a tu ciudad, déjala en paz.
El canto no es el movimiento de las máquinas ni el secreto de las  casas.
No es la música oída de paso; rumor del mar en las calles junto a la línea de espuma.
El canto no es la naturaleza
ni los hombres en sociedad.
Para él, lluvia y noche, fatiga y esperanza, nada significan.
La poesía (no extraigas poesía de las cosas)
elude sujeto y objeto.

No dramatices, no invoques,
no indagues. No pierdas tiempo en mentir.
No te aborrezcas.
Tu yate de marfil, tu zapato de diamante,
vuestras mazurcas y supersticiones, vuestros esqueletos de familia,
desaparecen en la curva del tiempo, son inservibles.

No recompongas
tu sepultada y melancólica infancia.
No osciles entre el espejo y la
memoria en disipación.
Que se disipó, no era poesía.
Que se partió, cristal no era.

Penetra sordamente en el reino de las palabras.
Allá están los poemas que esperan ser escritos.
Están paralizados, mas no hay desesperación,
hay calma y frescura en la superficie intacta.
Helos allí solos y mudos, en estado de diccionario.
Convive con tus poemas, antes de escribirlos.
Ten paciencia, si oscuros. Calma, si te provocan.

Espera que cada uno se realice y consuma
con su poder de palabra
y su poder de silencio.
No fuerces al poema a desprenderse del limbo.
No recojas en el suelo el poema que se perdió.
No adules al poema. Acéptalo
como él aceptará su forma definitiva y concretada
en el espacio.

Acércate y contempla las palabras.
Cada una
tiene mil fases secretas sobre la neutra faz
y te pregunta, sin interés por la respuesta,
pobre o terrible, que le des:
¿Trajiste la llave?

Repara:
yermas de melodía y de concepto,
ellas se refugian en la noche, las palabras.
Aún húmedas e impregnadas de sueño
rolan en un río difícil y se transforman en desprecio.

Versión de Manuel Graña Etcheverry


UNIDOS POR LAS MANOS

No seré el poeta de un mundo caduco.
Tampoco cantaré al mundo futuro.
Estoy atado a la vida y miro a mis compañeros.
Están taciturnos pero alimentan grandes esperanzas.
Entre ellos considero la enorme realidad.
El presente es tan grande, no nos apartemos.
No nos apartemos mucho, vamos unidos por las manos.

No seré el cantor de una mujer o de una historia,
no hablaré de suspiros al anochecer,
del paisaje visto desde la ventana,
no distribuiré estupefacientes o cartas de suicida,
no huiré hacia las islas ni seré raptado por serafines.
El tiempo es mi materia, el presente tiempo, los hombres presentes,
la vida presente.


EN MITAD DEL CAMINO HABÍA UNA PIEDRA...
En mitad del camino había una piedra
había una piedra en la mitad del camino
había una piedra
en la mitad del camino había una piedra.

Nunca olvidaré la ocasión
nunca tanto tiempo como mis ojos cansados permanezcan abiertos.

Nunca olvidaré que en la mitad del camino
había una piedra
había una piedra en la mitad del camino
en la mitad del camino había una piedra.

Versión de Rafael Díaz Borbón


CONGRESO INTERNACIONAL DEL MIEDO
Por el momento no cantaremos el amor,
que se refugió debajo de los subterráneos.
Cantaremos el miedo que esteriliza los abrazos
No cantaremos el odio porque el odio ya no existe,
existe solamente el miedo, nuestro padre y nuestro compañero,
el miedo grande de los bosques, de los mares, de los desiertos,
el miedo de los soldados, el miedo de las madres, el miedo de las iglesias,
cantaremos el miedo de los dictadores, el miedo de los demócratas,
cantaremos el miedo de la muerte y el miedo de después de la muerte,
después moriremos de miedo
y sobre nuestras tumbas crecerán flores amarillas y miedosas.

Traducción de Adán Méndez


CONSIDERACIÓN SOBRE EL POEMA
No rimaré la palabra sueño,
con la inadecuada palabra otoño.
Rimaré con la palabra carne
o cualquier otra: todas me convienen.
Las palabras no nacen amarradas,
ellas saltan, se besan, se disuelven;
en el cielo libre a veces un diseño;
son puras, largas, auténticas, indestructibles.

Una piedra en medio del camino
o apenas un rastro, no importa.
Estos poetas son míos. Con todo orgullo,
con toda precisión se incorporaron
a mi fatal lado izquierdo. Hurto a Vinicius
su más límpida elegía. Bebo en Murilo.
Que Neruda me dé su corbata
flameante. Me pierdo en Apollinaire. Adiós Maiakovski.
Todos son hermanos míos, no son periódicos
ni se deslizan en lancha entre camelias:
son la vida que arriesgué.

Estos poemas son míos. Son mi tierra
y son todavía más que ella. Son cualquier hombre
al mediodía en cualquier plaza. Son la linterna
de cualquier posada, si todavía las hay.
—¿Hay muertos? ¿Hay mercados, hay dolencias?
Todo es mío. Ser explosivo, sin fronteras;
¿Por qué falsa mezquindad me afligiría?
Que se depositen los besos en la faz blanca, en las
    principiantes arrugas.
El beso aún es un signo ausente
de comercio,
flotando en tiempos sucios.

Poeta de lo finito y de la materia,
cantor sin piedad, sí, sin frágiles lágrimas,
boca tan seca, pero ardor tan casto.
Dar todo por la presencia de los distantes,
sentir que hay ecos, pocos, mas cristal,
no sólo roca; peces circulando
bajo el navío que lleva este mensaje,
y aves de pico largo verificando
su derrota, y dos o tres faroles
últimos: ¡esperanza del mar negro!

Comenzar este viaje es mortal.
Saber que hay todo. Y moverse en medio
de millones y millones de formas raras,
secretas, duras. He aquí mi canto.

Es tan bajo que apenas lo escucha
el oído pegado al suelo. Pero es tan alto
que las piedras lo absorben. Está en la mesa:
en libros, cartas y remedios.
Se filtró por la pared. El camión, la calle,
el uniforme del colegio se transforman:
son oleadas de cariño envolviéndote.

¿Cómo huir al objeto mínimo
o negarse al grande? Los temas pasan,
Yo sé que pasarán, pero tú resistes,
y creces como fuego, como casa,
como rocío entre los dedos
de la hierba en que reposan.

Ahora te sigo a todas partes,
y te deseo y te pierdo; estoy completo,
me destino, me hago tan sublime,
tan natural y lleno de secretos,
tan firme, tan fiel… Como un cuchillo,
el pueblo, mi poema, te atraviesa.

Traducción de Maricela Terán


CUADRILLA
Juan amaba a Teresa que amaba a Raimundo
que amaba a María que amaba a Joaquín que amaba a Lili
que no amaba a nadie.
Juan se fue a los Estados Unidos, Teresa entró a un convento,
Raimundo murió en un desastre, María se quedó soltera,
Joaquín se suicidó y Lili se casó con J. Pinto Fernández
que no había entrado en la historia.

Traducción de Maricela Terán


RESIDUO
De todo quedó un poco.
De mi miedo. De tu asco.
De los gritos entrecortados. De la rosa
quedó un poco.

Quedó un poco de luz
atrapada en el sombrero.
En los ojos del rufián
de ternura quedó un poco
(muy poco).

Poco quedó de este polvo
del que tu zapato blanco
se cubrió. Quedaron pocas
ropas, pocos velos rotos
poco, poco, muy poco.

Pero de todo queda un poco.
Del puente bombardeado,
de dos hojas de hierba,
del atado
—vacío— de cigarros, quedó un poco.

Porque de todo queda un poco.
Queda un poco de tu mentón
en el mentón de tu hija.
De tu áspero silencio
un poco quedó, un poco
en los muros enojados,
en las hojas, mudas, que suben.

Quedó un poco de todo
en el plato de porcelana,
dragón partido, flor blanca,
quedó un poco
de surco en tu frente,
retrato.

Si de todo queda un poco,
¿por qué no iba a quedar
un poco de mí? ¿en el tren
que lleva al norte, en el barco,
en los avisos del diario,
un poco de mí en Londres,
un poco de mí en todas partes?
¿En la consonante?
¿En el pozo?

Un poco queda oscilando
en la embocadura de los ríos
y los peces no lo evitan,
un poco: no está en los libros.

De todo queda un poco.
No mucho: de una canilla
cae esta gota absurda,
mitad sal, mitad alcohol,
salta esta pata de rana,
este vidrio de reloj
partido en mil esperanzas,
este cuello de cisne,
este secreto infantil…
De todo quedó un poco:
de mí; de vos; de Abelardo.
Pelo en mi manga,
de todo quedó un poco;
viento en mis orejas,
simple eructo, gemido
de víscera desconforme,
y minúsculos artefactos:
campanilla, alvéolo, cápsula
de revólver…de aspirina.
De todo quedó un poco.

Y de todo queda un poco.
Oh abrí los frascos de loción
y ahogá
el hedor insoportable de la memoria.

Pero de todo, qué terrible, queda un poco,
y bajo las olas ritmadas
y bajo las nubes y los vientos
y bajo los puentes y bajo los túneles
y bajo las llamaradas y bajo el sarcasmo
y bajo el gargajo y bajo el vómito
y bajo el sollozo, la cárcel, lo olvidado
y bajo los espectáculos y bajo la muerte escarlata
y bajo las bibliotecas, los asilos, las iglesias triunfantes
y debajo tuyo y bajo tus pies ya duros
y bajo los goznes de la familia y de la clase,
queda siempre un poco de todo.
A veces un botón. A veces un ratón.


LOS HOMBROS SOPORTAN EL MUNDO
Llega un tiempo en que no se dice más:
Dios mío.
Tiempo de absoluta depuración.
Tiempo en que no se dice más: mi amor.
Porque el amor resultó inútil.
Y los ojos no lloran.
Y las manos tejen apenas el rudo trabajo.
Y el corazón está seco.

En vano mujeres llaman a tu puerta,
no abrirás.
Quedaste solo, la luz se apagó,
Pero en la sombra tus ojos resplandecen
enormes.
Eres todo certeza, ya no sabes sufrir.
Y nada esperas de tus amigos.
Poco importa que venga la vejez,
¿qué es la vejez?
Tus hombros soportan el mundo
y él no pasa más que la mano de una criatura.
Las guerras, las hambres, las discusiones
dentro de los edificios
prueban apenas que la vida prosigue
y que no todos se liberaron aún.
Algunos, hallando bárbaro el espectáculo,
preferirían (los delicados) morir.
Llegó un tiempo en que nada se gana con
morir.
Llegó un tiempo en que la vida es una orden.
La vida apenas, sin mistificación.

Traducción de Sandra Toro

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
https://www.elcultural.com/blogs/rima-interna/2017/06/siete-poemas-de-carlos-drummond-de-andrade/
http://amediavoz.com/drummond.htm

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